Chad comenzó a experimentar dolor desde 1994. El dolor se originó principalmente en su articulación temporomandibular, además de su columna cervical y lumbar. El malestar moderado comenzó en su tercer año de secundaria. Durante este tiempo, trabajaba en la tienda de comestibles local y pasó horas parado y levantando peso cinco días a la semana. También era un atleta, se destacó en el béisbol, por lo que tenía que practicar entre 2 y 3 horas diarias, lo que también significaba desgaste en su cuerpo. A esta edad sentía dolor a menudo, pero era soportable.
En la universidad, Chad jugaba béisbol. Esto fue beneficioso porque estaba haciendo ejercicio regularmente y manteniéndose activo. Después de graduarse, comenzó a trabajar en el mundo corporativo y fue mucho menos activo debido a sus nuevos requisitos de trabajo. Pasó horas detrás de un escritorio en su papel de gerente de cuentas de ventas.
A mediados y finales de los años 20 de Chad, su nivel de dolor había aumentado bastante, y la molestia ahora era parte de su vida diaria. Intentó varios remedios caseros para el alivio, pero nada parecía funcionar. A los 30 años, el dolor estaba interfiriendo mucho en su vida diaria, y decidió buscar ayuda profesional. Vio especialista tras especialista, pero nadie pudo diagnosticar la causa de sus síntomas. Se recomendaron inyecciones de esteroides y medicamentos para el dolor, pero el alivio fue fugaz y nada sustancial. En este momento, Chad pensó que tendría que soportar este dolor por el resto de su vida.